María Medianera de todas las Gracias

Salve divina María,

de la luz intacta Madre.

Salve, pues tienes por Hijo,

al mismo Verbo del Padre.

Todas las generaciones

te bendicen a porfía,

y de un siglo a otro

repiten: "Ave María "

Como Hija, Madre y Esposa

Dios te ha tenido consigo.

Cuán feliz eres María,

porque el Señor es contigo.

Por milagro sin ejemplo

Siendo Madre, Virgen eres.

Salve, mil veces bendita

entre todas las mujeres.

También para siempre sea

con gloria eterna ensalzado

Jesús , el fruto bendito

de tu vientre inmaculado.

Amén


María, Reina, Madre, y

Mediadora de todas las Gracias

( Resumen )

El Papa Sixto IV, el 28 de febrero de 1476, escribía en la Constitución Apostólica Cum praeexcelsa: "Al meditar y considerar devotamente las insignes excelencias de los méritos por los cuales la Reina de los cielos, Virgen Madre, gloriosísima de Dios, encumbrada sobre los tronos celestiales, brilla entre los astros como estrella de la mañana"...

León XIII, en 1894, añadía: "La Virgen está realzada con diadema de estrellas por su Hijo Dios, sentada ante él como Reina y Señora del Universo".

A María se la llama Medianera o Mediadora desde muy antiguo. Este título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias.

Benedicto XV aprobó el Oficio y la Misa de Santa María Mediadora de todas las gracias

San Bernardo: "Contemplad a la dulce Reina del cielo adornada con la diadema con la que le coronó su Hijo. En su cabeza, dice San Juan, tenía una corona de doce estrellas. Digna ciertamente de ser coronada con estrellas aquella cuya cabeza resplandece mucho más fulgurante que los mismos astros, a los cuales más bien adorna que es por ellos adornada".

Credo de Pablo VI, n. 15: «Asociada por un vínculo estrecho e indisoluble a los misterios de la Encarnación y de la Redención ... ; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos».

Benedicto XV, Carta Apostílica Inter Soladicia : "De tal modo, juntamente con su Hijo paciente y muriente, padeció y casi murió; de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos maternos sobre su Hijo, y se vinculó, en cuanto de Ella dependía, para aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió al género humano juntamente con Cristo" ().

Pío X, Encíclica "Ad diem illum laetissimum" : La Santísima Vírgen es Dispensadora universal de todas las gracias, tanto por su divina Maternidad: que las obtiene de su Hijo, como por su Maternidad espiritual: que las distribuye entre sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre.

Pío XII, Encíclica Ad coeli regiman ": ...si María fue asociada por voluntad de Dios a Cristo Jesús, principio de la salud, en la obra de la salvación espiritual, y lo fue de modo semejante a aquel que Eva fue asociada a Adán, principio de la muerte, así se puede afirmar que nuestra Redención se efectuó según cierta recapitulación, por la cual el género humano, sujeto a la muerte por causa de una Vírgen, se salva también por medio de una Vírgen".

Constitución dogmática Lumen gentium, n. 58: "El Concilio Vaticano II dice que: "María mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la Cruz, junto a la cual, no sin un designio divino, se mantuvo erguida, sufriendo profundamente con su unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolacion de la Víctima que Ella misma había engendrado"


Catequesis de Juan Pablo II (1-X-97):
"Como recuerdo en la encíclica Redemptoris Mater, «la mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter específicamente materno que la distingue del de las demás criaturas» (n. 38).Desde este punto de vista, es única en su género y singularmente eficaz.

....2. El mismo Concilio quiso responder a las dificultades manifestadas por algunos padres conciliares sobre el término «Mediadora», afirmando que María «es nuestra madre en el orden de la gracia» (Lumen gentium, 61). Recordemos que la mediación de María es cualificada fundamentalmente por su maternidad divina. Además, el reconocimiento de su función de mediadora está implícito en la expresión «Madre nuestra», que propone la doctrina de la mediación mariana, poniendo el énfasis en la maternidad. Por último, el título «Madre en el orden de la gracia» aclara que la Virgen coopera con Cristo en el renacimiento espiritual de la humanidad.

...4. De Cristo deriva el valor de la mediación de María, y, por consiguiente, el influjo saludable de la santísima Virgen «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo» (ib.).

La intrínseca orientación hacia Cristo de la acción de la «Mediadora» impulsa al Concilio a recomendar a los fieles que acudan a María «para que, apoyados en su protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador» (ib., 62).

....6. ¿Qué es, en verdad, la mediación materna de María sino un don del Padre a la humanidad? Por eso, el Concilio concluye: «La Iglesia no duda en atribuir a María esta misión subordinada, la experimenta sin cesar y la recomienda al corazón de sus fieles» (ib.).

María realiza su acción materna en continua dependencia de la mediación de Cristo y de él recibe todo lo que su corazón quiere dar a los hombres. La Iglesia, en su peregrinación terrena, experimenta «continuamente» la eficacia de la acción de la «Madre en el orden de la gracia».

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