La Gracia del Martes 25/01/2011 - Fiesta de la conversión de San Pablo - Fray Nelson Medina - homilía 4 min.



Hoy los católicos de todo el mundo nos regocijamos en la fiesta de la conversión del Apostol San Pablo.
Siempre en las Misas escuchamos las lecturas de las Cartas de San Pablo.
Esas cartas implican una acción Apostólica impresionante.
Pablo es la imágen misma, de ese anhelo que todo Misionero debe tener: el anhelo de trasmitir la Buena Noticia de Jesús, el anhelo de llevar hasta los últimos confines la notica del Evangelio.

Las lecturas de hoy hablan del encuentro de Pablo con Jesús.

Pablo era un hombre con estudios, un hombre que habia profundizado mucho en las Escrituras, un hombre que seguramente creía que veía muy bien, creía que todo lo tenía muy claro ... Jesús derrama tanta luz sobre San Pablo, que volviéndolo ciego lo invita a encontrar la Verdadera Luz.
Esta es un enseñanza perenne ... a veces nos fiamos demasiado en nuestra propia opinión, a veces creemos que ya sabemos como es el cuento del Cristianismo y se nos olvida que hay una novedad maravillosa, que es el Amor gratuito de Dios y esa novedad se descubre con Ojos Nuevos ... Dios le dio Ojos Nuevos a Pablo.

El Evangelio de hoy (Mc 16), nos recuerda el mandato del Señor, hay que ir hasta el último confin, hay que Evangelizar a toda la Creación: Pablo lo hizo de forma admirable y tú que estás haciendo, para que Jesús sea más conocido y mejor amado ?

Algo más sobre la conversión de San Pablo del Diácono Jorge Novoa.

¿Hace cuánto que no le cantas a María?

Porque necesitamos la paz de su mirada, el calor de su compañía, la ternura de su afecto, la alegría de su sí al Padre.

Cantar a María es una manera íntima, humana, muy nuestra, de cantar a Dios. Es reconocer que la Redención ha sido completa en nuestra Madre. Es celebrar que Ella, en cierto modo, nos representa ante el Dios amante de la vida, redentor del hombre y de la historia.

Cantar a María es mirar al mundo con ojos distintos. Porque la santidad divina purificó completamente una existencia humana. Porque el sí de la creatura fue genuino y alegre. Porque el Amor encontró en una joven de Nazaret su morada. Porque no faltó el vino en Caná y empezaron, para todo el mundo, las bodas del Cordero.

Cantar a María es reconocer la grandeza de Dios. Porque mira al humilde, porque acoge al débil, porque rechaza al soberbio, porque salva al pecador arrepentido. Porque quiso ser Niño, porque quiso tener Madre humana, porque empezó a ser Hermano nuestro. Porque tuvo necesidad de alguien que sufriese, como Mujer, como Mediadora, al lado de la cruz.

Cantar a María es aprender a ser como niños. Porque necesitamos la paz de su mirada, el calor de su compañía, la ternura de su afecto, la alegría de su sí al Padre. Porque queremos ser creyentes como Ella, porque necesitamos fiarnos de Dios, porque no nos resulta fácil caminar en las tinieblas, porque necesitamos ayuda para escuchar la voz del Espíritu.

Cantar a María es parte de nuestro caminar cristiano. No hay Hijo del Hombre sin la Madre. Jesús la quiso, y, en Ella, nos quiso a todos. También a quien lucha contra el egoísmo, a quien siente difícil la pureza, a quien piensa que es imposible el amor al enemigo. También a quien se levanta, una y mil veces, tras la caída, para pedir perdón a Dios (un Dios presente a través del sacerdote que repite lo que diría el Hijo: te perdono).

Cantar a María es decir, simplemente, desde el corazón, un gracias a Dios. Porque en su Madre nos ha amado con locura. Porque venció así nuestro pecado. Porque nos abrió el cielo, donde está Ella esperándonos. Porque nos quiere pequeños, débiles, pero seguros: no hay miedo junto a la Madre. Sólo hay esperanza, alegría y amor sincero.

Cantos a la Virgen María - Cancionero Obispado de Gualeguaychú


Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net