
Nuestra tierra, nuestra gente, tiene la impresión real de una profunda soledad, de sufrimientos enormes que no se pueden compartir con nadie, de dramas que la Humanidad a veces vive sola. Sin lugar a dudas, el Señor sigue estando presente, alentando y curando los corazones destrozados; pero también es verdad que es misión de su Iglesia. Nosotros también tenemos que, como Jesús, pasar haciendo el bien. Son muchos los que buscan un consuelo que no encuentran; por eso es tan necesario que nos dediquemos, sobre todo, a la gente que sufre. Es necesario volver al corazón humano; estar cerca de los enfermos; acudir a los que nos necesitan y ser capaces de transmitir la fe, que es el antídoto contra toda soledad. El sufrimiento tiene fecha de caducidad cuando vivimos el gozo del amor de Dios y compartimos con nuestros hermanos. ¿Te atreves?
El Evangelio, que siempre es buena noticia, es también una puerta abierta a la esperanza. Ayer, como hoy, Jesús recorre todos los caminos de la vida, sembrando un estilo y una manera nueva de vivir. Nada de fatalismos. Nada de maldecir la oscuridad. Hay que encender luces a todos aquellos que, en medio del mundo, viven siempre buscando la salvación que tiene un nombre: Jesucristo.
Extraído de : http://creerparaver.wordpress.com/
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