Los Idolos (Hc.17,16-33) - Diác. Jorge Novoa



Pablo en Atenas
17:16 Mientras los esperaba en Atenas, Pablo sentía que la indignación se apoderaba de él, al contemplar la ciudad llena de ídolos.
17:17 Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios, y también lo hacía diariamente en la plaza pública con los que pasaban por allí.
17:18 Incluso, algunos filósofos epicúreos y estoicos dialogaban con él. Algunos comentaban: "¿Qué estará diciendo este charlatán?", y otros: "Parece ser un predicador de divinidades extranjeras", porque Pablo anunciaba a Jesús y la resurrección.
17:19 Entonces lo llevaron con ellos al Areópago y le dijeron: "¿Podríamos saber en qué consiste la nueva doctrina que tú enseñas?
17:20 Las cosas que nos predicas nos parecen extrañas y quisiéramos saber qué significan".
17:21 Porque todos los atenienses y los extranjeros que residían allí, no tenían otro pasatiempo que el de transmitir o escuchar la última novedad.

Discurso de Pablo en el Areópago
17:22 Pablo, de pie, en medio del Areópago, dijo: "Atenienses, veo que ustedes son, desde todo punto de vista, los más religiosos de todos los hombres.
17:23 En efecto, mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que ustedes tienen, encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: "Al dios desconocido". Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin conocer.
17:24 El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él Isaías 42, 5 no habita en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la tierra.
17:25 Tampoco puede ser servido por manos humanas como si tuviera necesidad de algo, ya que él da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.
17:26 Él hizo salir de un solo principio a todo el género humano para que habite sobre toda la tierra, y señaló de antemano a cada pueblo sus épocas y sus fronteras,
17:27 para que ellos busquen a Dios, aunque sea a tientas, y puedan encontrarlo. Porque en realidad, él no está lejos de cada uno de nosotros.
17:28 En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos, como muy bien lo dijeron algunos poetas de ustedes: "Nosotros somos también de su raza".
17:29 Y si nosotros somos de la raza de Dios, no debemos creer que la divinidad es semejante al oro, la plata o la piedra, trabajados por el arte y el genio del hombre.
17:30 Pero ha llegado el momento en que Dios, pasando por alto el tiempo de la ignorancia, manda a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan.
17:31 Porque él ha establecido un día para juzgar al universo con justicia, por medio de un Hombre que él ha destinado y acreditado delante de todos, haciéndolo resucitar de entre los muertos".
17:32 Al oír las palabras "resurrección de los muertos", unos se burlaban y otros decían: "Otro día te oiremos hablar sobre esto".
17:33 Así fue cómo Pablo se alejó de ellos.
17:34 Sin embargo, algunos lo siguieron y abrazaron la fe. Entre ellos, estaban Dionisio el Areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos otros.

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