
Un Dios que se disfraza de guitarra o de amanecer,
que te quiere cuando haces las cosas bien,
y cuando te salen mal;
que pide prestada la voz de un amigo,
de una madre o de un hermano para hablarte,
que se aloja en una enfermedad,
y allí te encuentra;
un Dios que cuando estás en la oscuridad más profunda,
tan solo un segundo le basta para elevarte a la cima más alta…
No hay comentarios:
Publicar un comentario